sábado, 20 de octubre de 2012

Las neuronas espejo y el retrato




En una entrada anterior he hecho referencia a la importancia de cierto conocimiento del lenguaje corporal para el retrato. Pues bien, en esta os hablaré de cómo las neuronas espejos pueden ayudarnos a que aquellas personas a quienes retratamos adopten una determinada postura o expresión.

Estas simpáticas neuronas fueron descubiertas por Giacomo Rizzolati de forma algo fortuita. Se cuenta que mientras que estaba analizando la activación cerebral del área sensoriomotora del cerebro de un simio mediante electrodos, un auxiliar entró en el laboratorio comiendo un helado. Parece que determinadas neuronas del simio se activaron en el momento en que el auxiliar se llevaba a la ­boca el helado. En experimentos posteriores se observó que las neuronas espejo se activan cuando observamos que alguien realiza una determinada acción como abrir la boca o rascarse la cabeza. Es decir, en el cerebro del observador se activan las mismas neuronas que en el del sujeto que realiza la acción, aunque con algo de menos intensidad, como si ese sujeto estuviese realizando dicha acción. Este contagio se observa de forma muy clara ante las expresiones faciales, así los estudios con resonancia magnética funcional nos muestran cómo cuando los voluntarios cuyos cerebros están siendo escaneados observan un semblante triste o sonriente de otra persona, se activan en su cerebro las mismas zonas que en las personas que experimentan la emoción y se produce un contagio. Por lo tanto, el fenómeno de la empatía o contagio emocional se asienta en estas neuronas espejo, que establecen un ámbito de sensibilidad compartida que nos permite entender mejor los sentimientos y estados emocionales de aquellas personas que vemos. Se trata de una especie de wifi emocional que nos facilita la comprensión de las emociones ajenas de una forma intuitiva, sin que intervenga el razonamiento. Por ello lloramos o reímos con la tristeza y felicidad ajena, incluso cuando estas son simuladas como en el cine. Sonreímos cuando vemos a alguien sonreír y lloramos si le vemos llorar.

Pues pasando al ámbito de la fotografía de retrato, estas neuronas espejo pueden ayudarnos mucho a generar en una persona que vamos a fotografiar un determinado estado emocional, y su correspondiente expresión corporal. Si queremos que el modelo se muestre relajado y sonriente, muchas veces bastará con que despleguemos una enorme sonrisa para que se contagie y nos responda de la misma manera. En cambio, si nos mostramos inseguros o incómodos, porque se trata de una situación no familiar con una persona desconocida, es muy probable que esa rigidez y tensión que expresa nuestro lenguaje corporal se transmita al modelo arruinándonos el retrato.


Ya sabéis por qué a algunos siempre os salen los desconocidos que retratáis con cara de mala leche.