jueves, 20 de febrero de 2020

JORGE MOLDER Y EL ESPECTADOR COMO CREADOR


Alude Francois Soulages al portugués Jorge Molder como un buen ejemplo de fotógrafo en el que se articula a la perfección esa dialéctica entre lo irreversible y lo inacabable que sirve para definir la fotograficidad. Un artista cuyas fotos pueden agruparse y reagruparse en innumerables combinaciones con lecturas abiertas y variadas. Ante su obra cada espectador puede proyectar su propia visión, reestructurándola a su manera, y convirtiéndose de forma activa en hacedor y artista. Así, Molder posibilita ese triángulo del arte con sus tres vértices: el creador, la obra y el receptor. No es necesario que el observador sea un crítico o comisario, cualquiera de nosotros tiene el poder de barajar las imágenes a su antojo, solo precisa dejar volar su imaginación.


Pero más allá de la libertad que nos deja, es Molder un fotógrafo intimista que, paradójicamente, nos hace ver el mundo a su manera. Un mundo cargado de nostalgia o saudade en el que objetos sencillos como sillas, mesas, sábanas o radiadores nos transmiten toda la cotidianidad de la existencia. No es la suya una estética monocroma puramente formalista, y sus imágenes desenfocadas o sombreadas crean atmósferas que van directamente a nuestro corazón para inundarlo de melancolía. No nos cuentan su historia más allá de crear un tono emotivo. Tal vez sea la capacidad de la fotografía para distanciarse de la realidad unitaria y abrir la imaginación del espectador su máxima aspiración, algo que Molder consigue con maestría. Imágenes que aluden al misterio con su ambigüedad y fricción, que nos liberan de la dictadura del mensaje, y que permiten a nuestra imaginación pasar del corsé de la reproducción a la autodeterminación creadora. Tal vez las palabras del fotógrafo francés Robert Doisneau aclaren este asunto: “Antes mis fotos eran completamente cerradas, listas para mirar, con un comienzo y un fin. Ahora, mis tomas son abiertas, se esfuerzan por evocar un decorado más que por describirlo. Ya no impongo una fotografía, la sugiero, y dejo que el espectador haga un poco de camino con ella. La imagen está desmontada, a él le corresponde montarla”

Alfredo Oliva Delgado



lunes, 17 de febrero de 2020

ANDREI TARKOVSKI Y LA FOTOGRAFÍA


Andrei Tarkovski fue un cineasta excepcional, un artista capaz de crear una obra breve pero de una genialidad e intensidad poética difícil de igualar. Pero también fue un teórico que reflexionó con mucha profundidad sobre el mundo de la imagen. Sus escritos, recogidos en obras como “Esculpir en el tiempo” o “Atrapad la vida”, están repletos de observaciones que son como intensas luces que pueden orientar al artista que se ha perdido en la oscuridad que toda creación conlleva.
Un aspecto que interesó a Tarkovski fue la relación entre la imagen y la realidad, una relación en la que apostó por la sencillez y el respeto de la verdad manteniendo al mínimo el uso de recursos expresivos que la enmascarasen. Nada de utilizar desenfoques, filtros o métodos fotográficos antiguos para tratar aumentar la expresividad de forma impostada:

“Cualquier creación tiende a la sencillez, a una expresión simple en grado máximo. Esto en el ámbito creativo es lo más arduo: encontrar la forma de expresión más sencilla, es decir, la más adecuada a la verdad que buscamos”

“Es la verdad lo que interesa al arte y no la verosimilitud. Es importante eliminar todo lo que pueda leerse como una falsificación de la realidad”

“En la pantalla se deben componer formas naturales tomadas de la vida misma, visibles de un modo claro y preciso. Sin embargo, a veces se intentan representar con un filtro de niebla, a cámara lenta o con métodos anticuados”




Lo que no supone que no pueda trascender la realidad con un cometido moral en el que la integridad del artista es un requisito:

“El arte no existe únicamente para reproducir la realidad. Debe armar al hombre frente a la vida, darle fuerzas para enfrentarse a ella. El hombre necesita luz y el arte le da luz, fe en el futuro, perspectiva”

“¿Por qué tendemos a pensar que un artista separa su vida de su profesión? No debería hacerlo, debería ser capaz de crear una relación intrínseca entre sus propios principios y los que proclama en su obra”

La representación sencilla de la realidad y la verdad no es equiparable a crear obras asequibles a la compresión de todos los espectadores. Si el artista es honesto no debe esperar ser entendido por todo el mundo, debe ser fiel a sí mismo. Cualquiera que conozca la obra de Tarkovski, sabe que fue fiel a este principio:

“El arte es también una forma de comunicación con los demás. Si el artista se expresa no es para gritar ante un abismo y oír, como retorno, el eco de su propia voz. El arte es inviable si no hay alguien que lo perciba. Pero, exigir que un artista sea comprendido por todos equivale a que deje de ser persona. Cuando el artista intenta hablar en un lenguaje accesible para todos, es decir, cuando se adecua al nivel más bajo de la audiencia, siempre acaba mal. No sé qué significa lenguaje accesible. A mí me parece que lo único que importa es tener un lenguaje sincero. Crear una obra artística compresible por todos es simple y llanamente imposible”

“El único camino para alcanzar el corazón del espectador es usar vuestra propia lengua, sin temer una interpretación inexacta de la obra”





Y es que la interpretación exacta de la obra no fue, sin ninguna duda, algo buscado por el genial cineasta. La ambigüedad que deja abierta la interpretación a la imaginación del espectador es un plus en toda obra:

“Una auténtica obra de arte no puede ser comprendida hasta el fondo, y no hay que intentarlo, porque el auténtico artista no cuenta con ello”

“La imagen artística se puede llamar así solo en la medida en que sea imposible de interpretar de forma unívoca o definitiva. Cada vez que nos enfrentamos a una misma obra de arte compleja, lo que nos sacude es que la percibimos de una manera diferente, absolutamente nueva”

Siendo un artista de una originalidad y creatividad extrema no es extraño que dedicara muchas reflexiones a este aspecto, resaltando la importancia del conocimiento técnico como punto de partida para más adelante romper con todo lo aprendido:

“Hay que saber qué se hizo antes de que llegaras tú, pero luego hay que olvidarlo. La ignorancia es terrible, es violenta y perversa. Por eso, hay que saber, pero también hay que saber olvidar. El último acto de nuestra creación será la destrucción. No hay que tener miedo de pisotear los propios esquemas.”

“Cuando dirijáis vuestra atención a ciertos recursos fundamentales del oficio, tenéis que recordar que no disponéis de ellos para disfrutarlos, sino para destruirlos. Eso sí, no es posible no estudiarlos, pues de lo contrario continuaréis durante toda la vida pensando que habéis descubierto el Mediterráneo”

En este proceso creativo de ir más allá del canon y de las reglas ya establecidas, Tarkovski dio mucha importancia al riesgo y al error que conlleva. En el error y la imperfección brota la creatividad:

“Muy a menudo ocurre que, al crear una obra, el artista dinamita sus propias normas y, en lugar de contradicciones, o a resultas de las mismas, surgen posibilidades sorprendentes”

“No conozco ninguna obra perfecta. Me parece, por el contrario, que en las imperfecciones anida una suerte de humanidad de la obra”

Alfredo Oliva Delgado