EL ESPEJO CON MEMORIA
"Estoy siempre persiguiendo la luz. La luz convierte en mágico lo ordinario " Trent Parke
viernes, 22 de septiembre de 2023
sábado, 2 de septiembre de 2023
miércoles, 31 de mayo de 2023
martes, 23 de mayo de 2023
viernes, 5 de mayo de 2023
jueves, 20 de abril de 2023
lunes, 27 de marzo de 2023
LA FOTOGRAFÍA Y LA SUPERACIÓN DE LA PÉRDIDA O EL TRAUMA
Tras Spence, han sido muchos los fotógrafos o fotógrafas que se han servido de la fotografía como herramienta para superar situaciones traumáticas o experiencias dolorosas, tales como una incapacitación permanente, una enfermedad dolorosa o terminal, o la pérdida de una persona querida. Se trata de proyectos autobiográficos o autorreferenciales en los que el protagonista y el narrador de la obra coinciden en la misma persona, o en los que el protagonista es alguien muy cercano al autor o autora. Quizá sea el trabajo de Annie Leibovitz sobre la enfermedad de su pareja, Susan Sontag, uno de los más conocidos. No nos sorprende que este proyecto estuviese centrado en una de las autoras que más habían reflexionado y escrito sobre el tema de la representación visual del dolor y la muerte, como hizo Sontag en “Sobre el dolor de los demás”.
Este tipo de proyectos autorreferienciales, centrados en la propia persona o en alguien cercano, suscita el interrogante sobre los beneficios derivados de la realización y publicación de este tipo de trabajos. En mi opinión, son varias las consecuencias positivas que pueden tener, o diversas las motivaciones de quienes llevan a cabo este tipo de trabajos fotográficos, y que paso a exponer a continuación:
1. Encontrar un sentido vital a la experiencia. La primera, y quizás la más relevante, tiene que ver con la necesidad del ser humano de encontrar sentido a todas sus decisiones y a todas sus experiencias vitales, incluso a aquellas más traumáticas. Como Viktor Frankl expuso en “El hombre en busca de sentido”, haber sido capaz de dotar de algún significado a una experiencia tan dramática como el haber sobrevivido al internamiento en el campo de concentración nazi de Theresiendstad, en el que perdió a toda su familia, le ayudó a superar la experiencia. Algunos trabajos empíricos han apuntado en la misma dirección: aquellas personas capaces de dar sentido a un acontecimiento vital traumático suelen recuperarse mejor y mostrar más salud y bienestar. Pues bien, la realización de un proyecto fotográfico puede ser lo que dote de sentido al trauma vivido.
2. Apoyar en un proceso de duelo.
De forma anticipada, si se trata de documentar un proceso, o con posterioridad si el trabajo se inicia tras la experiencia de pérdida, el proyecto puede introducir al autor/a en una dinámica de trabajo que aparte el dolor en el que vive enredado y le ayude a superarlo. La toma y edición de fotografías favorece la reflexión sobre cómo nos sentimos, algo necesario para la aceptación de la pérdida y para volver a tener ilusiones y motivos por los que vivir.
3. Dejar un legado o memoria de alguien querido.
Tal vez, esa fuese la intención de Annie Leibovitz cuando retrató a Susan Sontag en su lecho de muerte e incluso siendo ya cadáver. Una motivación que no convenció al hijo de Sontag, cuando esas imágenes fueron expuestas en una exposición retrospectiva sobre la obra de Leibovitz en la National Portrait Gallery de Londres. Esta discrepancia pone sobre el tapete las dudas de carácter ético que puede suscitar la publicación de algunos de estos trabajos. ¿Es lícito y honesto fotografíar el proceso de deterioro de un familiar que padece Alzheimer, y que si bien dio su consentimiento en un principio ya no está en condiciones de retirarlo?
4. Al fotografiarla, grabarla y exhibirla, la sensación de acción y control sustituye a la de impotencia ante la situación.
Toda enfermedad grave deja a quien la padece, o a sus seres queridos, en una situación de indefensión que con frecuencia genera importantes sentimientos depresivos. Pero, si podemos permitirnos documentar ese doloroso proceso, al menos, seremos capaces de tener algún tipo de control sobre la situación, lo que contribuirá a alejar los sentimientos de indefensión e impotencia y prevenir la aparición del malestar psicológico profundo y la depresión.
5. Conseguir la empatía y el apoyo de personas extrañas que puedan sentirse identificadas.
Sobre todo, cuando esas imágenes son compartidas en las redes sociales pueden encontrar eco en otras personas que estén atravesando por situaciones parecidas. La empatía y el apoyo emocional recibido de personas, aunque sean desconocidas, pueden ser de mucha ayuda tanto emocional como instrumental para superar una enfermedad o una pérdida.
6. Desestigmatizar y concienciar sobre una enfermedad.
El ejemplo más claro sobre este uso es el proyecto con el que Therese Frare pretendió desestigmatizar y humanizar a los enfermos de SIDA y concienciar a la sociedad sobre esta enfermedad. Una fotografía de este proyecto, en la que aparecía un enfermo terminal en estado agonizante rodeado de su familia, sirvió a Frare para conseguir el Word Press Photo en 1991, y para cambiar la visión que la sociedad tenía sobre una enfermedad poco conocida en aquel tiempo.
sábado, 25 de marzo de 2023
martes, 21 de marzo de 2023
viernes, 17 de marzo de 2023
martes, 14 de marzo de 2023
LA ESTÉTICA DE LO IMPERFECTO
“La estética basada en la filosofía es un gigante con los pies de barro, la estética ha de basarse en datos empíricos” G. A. Fechner
Cuando en 1866 Gustav A. Fechner, padre de la psicología experimental, publicó “El Principio de Asociación Estética” estableció los fundamentos de lo que debía ser una verdadera estética de carácter empírico. Sin embargo, el artículo fue poco conocido y divulgado, ya que no se tradujo al inglés hasta 2020, lo que ha supuesto algunas malas interpretaciones de la propuesta original del psicólogo alemán.
En su texto, Fechner comentó que la estética basada en reflexiones de carácter filosófico en torno a la belleza era una “Estética desde Arriba” que ponía más énfasis en aspectos estilísticos y formales que en el contenido de las obras de arte, que había sido relativamente ignorado. Para esa estética clásica, la perfección formal podía considerarse como un elemento clave de cara a la consideración del valor estético de toda obra u objeto. Sin embargo, a partir de experimentos y ejemplos cotidianos, Fechner demostró que las preferencias estéticas están determinadas por la historia de aprendizaje del observador más que por las propiedades formales del objeto. Es decir, son todas las experiencias vitales de la persona que contempla la obra las que determinan que las valore de forma más o menos positiva.
La propuesta de Fechner es muy sencilla, frente a una estética desde arriba de carácter deductivo que trata de explicar y justificar las preferencias individuales a partir de leyes generales sobre lo que debe considerarse bello, propone una estética desde abajo, de carácter inductivo y empírico que construya esas leyes o tendencias estéticas generales a partir de las preferencias de las personas. Y lo que el psicólogo alemán demostró con sus experimentos es que el contenido de la obra artística es un elemento esencial a la hora de determinar cómo la aprecian o valoran los observadores.
La comparación entre cómo respondemos ante la imagen de una imperfecta naranja frente a la visión de una impecable esfera naranja, de superficie lisa y del mismo tamaño y color, es uno de los ejemplos que sirven a Fechner para demostrar que los aspectos formales pierden peso frente a las asociaciones que la naranja es capaz de generar en la memoria sensitiva y emocional del observador. Esa preferencia por la visión de la naranja basada en las asociaciones positivas suscitadas pone de relieve el peso estético del contenido de una imagen formalmente imperfecta.
El Principio de Asociación Estética justifica tanto la potencia emotiva del punctum barthesiano como el atractivo de la estética japonesa del Wabi-Sabi, que rechaza la perfección para emocionarse ante los objetos irregulares, íntimos, turbios, simples y alejados de la perfección formal. Una estética a la que, a juicio del filósofo Byung-Chul Han, está dando la espalda la sociedad actual, que opta por lo pulido, lo liso y lo impecable.
Pues bien, eso lo escribió Gustav A. Fechner en 1866.
Fotografía: Daido Moriyama
miércoles, 8 de marzo de 2023
domingo, 5 de marzo de 2023
miércoles, 22 de febrero de 2023
VIRGINIA WOOLF SOBRE LA SUBJETIVIDAD Y LA CREATIVIDAD EN FOTOGRAFÍA
Cualquiera que haya leído "Una habitación propia", esa pequeña y deliciosa obra de Woolf, sentirá algo de extrañeza ante el título de esta entrada. El libro de la genial escritora inglesa no está centrado en la fotografía, ya que es un excelente análisis feminista de la creación en clave de género, donde señala las enormes dificultades que afrontaron aquellas mujeres que tuvieron la osadía de emprender una carrera literaria antes del siglo XX. Sin embargo, algunas de las ideas que expone pueden trasladarse, no sin cierto riesgo, al ámbito de la fotografía.
La segunda es la referida a cómo la creatividad no es solo un proceso individual sino que está arraigado en un contexto cultural determinado que facilita o pone trabas a la creación. Toda creación individual excepcional se sustenta sobre los hombros de quienes previamente abrieron el camino con obras de menor valor o menor reconocimiento. Esta idea coincide en cierta medida con la opinión del profesor de psicología estadounidense Mihaly Csikszentmihalyi, quien considera que la creatividad surge de la interacción entre las ideas de un sujeto y su contexto socio-cultural. Es el resultado de la combinación entre la cultura, con toda su carga de significados y simbolismos, la persona creadora, que aporta productos que pueden suponer una innovación en el contexto cultural y un ambiente socio cultural que valore esa innovación. Y es en este último punto donde surgen sesgos en función del género, ya que hasta hace muy poco esos comisarios y críticos han sido casi exclusivamente varones que se han mostrado más atraídos por la obra de sus congéneres. Y es que, sin negar la influencia de factores biológicos, es evidente que los procesos de socialización crean estereotipos de género que llevan a mujeres y hombres a mirar el mundo con ojos diferentes.
La tercera idea está muy relacionada con lo anterior y versa sobre la subjetividad en la valoración de toda obra creativa. Es muy complicado pegar etiquetas de mérito a toda obra fotográfica sin que el paso del tiempo o el cambio en las preferencias estéticas haga caer esas etiquetas. Lo que para una persona con criterio puede ser una obra excelente, para otra, también con criterio, puede carecer de valor. Para Virginia Woolf ni la alabanza ni la censura significan nada, “por delicioso que sea, el pasatiempo de medir es la más fútil de las ocupaciones y el someterse a los decretos de los medidores la más servil de las actitudes” Lo que importa es escribir o fotografiar lo que se desea escribir o fotografiar. Sin sacrificar un ápice de la visión personal por buscar aceptación en las redes sociales, un premio en un concurso o la alabanza de un comisario o comisaria. Este rechazo de la crítica literaria por parte de Woolf alude a la búsqueda de una creación basada en la integridad más que en la persecución de premios o reconocimientos. Sólo de esa manera es posible construir una obra fotográfica genuina. Este aspecto tiene mucho sentido si atendemos a algunos hallazgos recientes que nos indican cómo los procesos creativos se ven favorecidos por una motivación intrínseca en la que procesos intuitivos e inconscientes operan con más libertad recombinando todo el material acumulado en nuestra memoria. Un material que no es otra cosa que el fruto de los aprendizajes y las experiencias personales.