martes, 19 de julio de 2016

Fotografía y Psicología: El Momento Decisivo




Cuando en 1952 Henri Cartier-Bresson publicó “Images á la Sauvette”, que fue traducido al inglés con el título de “The Decisive Moment”, expuso su idea de lo que debería ser la fotografía acuñando uno de los conceptos más divulgados entre los fotógrafos de todo el mundo: el Momento Decisivo. Para Bresson la fotografía debía captar el flujo de la vida, la espontaneidad cotidiana de personajes reales. Algunos autores como John Suler o Richard Zaika han profundizado en los aspectos más psicológicos de este Momento Decisivo, entre los que se pueden citar los siguientes:

1. Una composición sofisticada en la que la fusión visual de los elementos de la escena fotografiada aprovecha los principios de la psicología Gestalt para crear un ambiente de concisión, equilibrio, armonía, sencillez y unidad.

2. Un fondo interesante que interactúa tanto visual como psicológicamente con el sujeto en una relación significativa y atractiva entre figura y fondo. Aunque, como ya he comentado en el punto anterior, una imagen equilibrada a nivel compositivo puede satisfacer tanto al ojo como a  la mente, a veces puede resultar demasiado predecible y aburrida.  De ahí que cuando el sujeto o figura interactúa y se alterna con el fondo en atraer nuestra atención, se añade un plus a la imagen, que gana en interés. El ojo ira alternativamente de figura a fondo y de fondo a figura. Por eso, las fotos con una profundidad de campo muy limitada y con el foco puesto en la figura, de manera que el fondo apenas sea reconocible, no son buenas fotos de momentos decisivos, aunque pueden ser un buen retrato o una buena macrofotografía. No obstante, también podría darse el caso de que un fondo desenfocado tuviese formas o colores que pudiesen interactuar con la figura.

3. La anticipación visual y psicológica de finalización y  cierre, que a menudo aflora como una  brecha visual, intervalo, o suspensión de alguna clase. En la psicología de la Gestalt la ley del cierre establece que la mente busca completar una figura aunque ésta no exista o no esté completa (una pelota semioculta tras el tronco de un árbol). Esa tensión que crea una figura incompleta, o un suceso que está a punto de ocurrir (una pareja fotografiada segundos antes de abrazarse) resulta interesante para la mente del observador, que trata de completar la escena o anticipar el desenlace. Nuestro ojo y nuestro cerebro, disfrutan con ese ejercicio perceptivo-mental.

4. Un elemento de ambigüedad, incertidumbre, e incluso de contradicción que despierte la curiosidad del espectador sobre el significado o el resultado de la escena representada. Es decir, aunque en algunas  ocasiones las figuras están completas, y la acción ha culminado, sin embargo, hay algo en la escena o en sus protagonistas que genera cierta ambigüedad en el observador y que despierta su curiosidad (p. e. su lenguaje corporal resulta contradictorio). Surgen dudas interpretativas y nuestra mente tiene que escudriñar la imagen y tomar una decisión sobre el significado último de la foto.

5. La captura de un momento único, fugaz, y significativo, sobre todo aquel que implica movimiento y acción. Como Cartier-Bresson apuntó, esa sería la principal diferencia entre la fotografía y otro tipo de artes, como la pintura, su capacidad para captar un momento único e irrepetible que ya no volverá. Teniendo en cuenta esa característica de la fotografía, podríamos pensar que la fotografía  “prefabricada”, como la conceptual, pero también la de paisaje, de arquitectura o de estudio serían ajenas a estos momentos decisivos. Sin embargo, cualquiera que haya fotografiado paisajes sabe de la naturaleza evanescente y efímera que tienen algunos momentos en los que se combinan unas condiciones atmosféricas especiales. Lo mismo podría decirse de la fotografía de estudio, aunque en este caso el momento decisivo vendría dado por la creación de una especial complicidad y sintonía entre fotógrafo y modelo.

6. Un disparo preciso, oportuno e irrepetible. La vida fluye a su alrededor y el fotógrafo debe estar presto a captar en un disparo la esencia de cada situación, seleccionando la composición que mejor condensa ese momento en el que confluyen los aspectos visuales y psicológicos de la escena. 

7.  El momento decisivo conlleva imágenes sinceras de gente en situaciones cotidianas de la vida real. Y es que debería incluir en el encuadre a personas capturadas de forma espontánea mientras viven, trabajan o se mueven por la ciudad en sus quehaceres cotidianos. Son imágenes auténticas, sin ningún tipo de fingimiento, en la que los sujetos ignoran que están siendo fotografiados y no posan para el fotógrafo. Esto es importante ya que el efecto Hawthorne indica que las personas cambian su forma de actuar y su expresión corporal cuando se sienten observados, por lo que si queremos que su expresión sea totalmente natural y refleje el verdadero fluir de la vida, la foto debería tomarse de forma disimulada. La pequeña y manejable Leica, junto a su habilidad para mimetizarse con el ambiente, permitió a Bresson capturas increíbles de situaciones reales. No obstante, las cosas han cambiado mucho con la proliferación de cámaras y fotógrafos callejeros que ha traído consigo la fotografía digital, y cada vez resulta más complicado realizar este tipo de tomas sin entrar en conflicto con consideraciones de tipo ético y legal. A veces no queda otra que declararse insumiso de las leyes que regulan la toma y difusión de imágenes.

Por otra parte, supone también un compromiso de no alterar la toma inicial con un procesado que la desvirtúe, añadiendo o quitando elementos de la captura original, alterando los colores de forma poco natural, o modificando de forma acusada el contraste o el enfoque.  No obstante, la fotografía digital actual es mucho más versátil, y estaríamos dispuestos aceptar como verdaderos reflejos de la realidad un mayor rango de modificaciones en el raw original.

8. Un imagen significativa que emocione. Este es un aspecto difícil de conseguir mediante la composición, el juego entre figura y fondo, y el contenido profundo de la imagen. Una foto ideal de un momento decisivo debería provocar lo que Roland Barthes denominó "punctum", una intensa emoción que atrapa y sacude al observador. Observando muchas de las fotos de Cartier- Bresson sentimos esa punzada sin que seamos conscientes de qué detalle de la imagen es el que nos conmueve, y es que con frecuencia se trata de asociaciones inconscientes creadas por la foto con una importante resonancia afectiva en nuestro mundo íntimo. Puede ser el recuerdo de alguna situación vivida en el pasado, un gesto que nos recuerda a alguna persona significativa, una  atmósfera que nos retrotrae a nuestra infancia, etc.

Pero si el momento decisivo impacta en el ojo y el corazón del observador, se debe en gran parte a que el fotógrafo vivió un estado de gracia cuando tomó la foto, un momento de claridad y conciencia plena en el que la escena también resonó con fuerza en su mundo afectivo. Un impulso, con frecuencia inconsciente, le llevó a prever la importancia del momento y la relevancia de la escena que discurría ante sus ojos antes de disparar. Eso dotó a la imagen de su fuerza y su significatividad. En palabras de Cartier- Bresson, "fotografiar es colocar en un mismo eje la cabeza, el ojo y el corazón", y es que fotografiar es una manera de vivir. El mundo se ve diferente a través del objetivo de la cámara y una vez avistada esa realidad resulta difícil, si no imposible, prescindir de esa forma de mirar.







lunes, 11 de julio de 2016

Apuntes psicológicos para jurados fotográficos


No resulta fácil la labor del jurado en un concurso fotográfico. Y no lo digo porque en ocasiones algunos condicionantes más o menos vergonzantes pueden afectar a la decisión del jurado, sino porque se trata de una tarea muy compleja en la que sortear todos los sesgos que limitan la subjetividad de sus decisiones es  más difícil que remar en un bidet.
No obstante, se trata de una tarea de valoración estética y toma de decisiones que puede beneficiarse de algunos de los hallazgos que la investigación psicológica ha realizado durante las últimas décadas. Ahí van algunas sugerencias:
- Evita los juicios globales e intuitivos. Como resulta un asunto en el que casi nunca podrá hablarse de objetividad, tendremos la tentación de dejarnos llevar por la intuición basándonos en una primera, o segunda, impresión poco razonada. Este es un gran error, ya que aunque la intuición pueda ser recomendable en algunas tareas y por parte de personas muy expertas, probablemente valorar la calidad de una obra fotográfica no sea el mejor escenario para que la intuición desarrolle su mejor juego. Los trabajos del psicólogo y Premio Nobel de economía, Daniel Kahneman, revelaron los muchos sesgos en que este tipo de pensamiento rápido suele caer y la desviación de las soluciones que nos proporciona. Uno de ellos es el efecto de halo, que nos puede llevar a atribuir características positivas a una persona, o a una obra, a partir de datos parciales. Es decir, si algo nos gusta de una fotografía, por ejemplo el procesado, tenderemos a valorar también positivamente otros aspectos de la misma.
- Deja un poco al lado tus emociones. Aunque la apreciación estética puede guiarse tanto de aspectos emocionales como racionales, cuando formas parte de un jurado debes tirar de herramientas cognitivas más que de las emocionales. En la línea de la propuesta de Kant acerca del distanciamiento emocional como requisito para la apreciación estética, los estudios del profesor Leder (1) en la Universidad de Viena indican claramente que a diferencia de los novatos, los expertos en arte tienen una respuesta emocional atenuada cuando juzgan un trabajo artístico o fotográfico.  Aparcando la emoción a un lado asumen el protagonismo herramientas intelectuales que permiten una valoración más objetiva: ubicando la obra en una corriente, comparándola con otras, determinando el estilo, analizando el contenido, etc. Déjate de rollos como “la foto me pellizca”, “la foto me llega”, que con frecuencia solo esconde una falta de argumentos,  y trata de reflexionar un poco para justificar tu decisión. Las decisiones poco justificadas siempre me han parecido sospechosas.
- Es recomendable que el jurado decida a priori una serie de elementos o aspectos a valorar en los trabajos. No hace falta incluir una lista interminable, y cinco o seis dimensiones serán suficientes (originalidad, técnica, contenido, procesado, creatividad, etc.).  Una vez decididas las dimensiones, es importante valorar cada aspecto en una escala numérica (por ejemplo, de 1 a 5) antes de pasar al siguiente aspecto, para evitar esa contaminación que provoca el efecto halo.  Una vez puntuadas todas las dimensiones, puede hacerse una valoración global, pero sólo al final. De esa manera se habrán tenido en cuenta todos los aspectos ya valorados, y coincidirá mucho con el promedio de las estimaciones parciales.  Luego bastará con sumar todas las puntuaciones de cada foto para obtener  una valoración total, que será el criterio que debería tenerse en cuenta de cara a la selección de las obras premiadas. Como Kahneman demostró con sus experimentos, las predicciones basadas en esta especie de algoritmos matemáticos fueron mucho más precisas que las basadas en intuiciones globales.
Alguien podrá pensar que el arte es demasiado subjetivo, etéreo o espiritual para que estos cálculos matemáticos puedan captar su esencia, pero me atrevo a pensar que hoy por hoy es lo que mejor funciona. Al fin y al cabo, la valoración estética o conceptual es una tarea cognitiva con bastantes puntos en común con otras tomas de decisiones, y afectada por los mismos condicionantes psicológicos.

1.Helmut Leder, Gernot Gerger, David Brieber & Norbert Schwarz , Cognition & Emotion (2014): What makes an art expert? Emotion and evaluation in art appreciation, Cognition & Emotion, DOI:
10.1080/02699931.2013.870132