domingo, 24 de agosto de 2014

Poética fotográfica



La fotografía digital ha traído consigo un buen montón de nuevos aficionados, lo que también ha supuesto que las editoriales se hayan lanzado a publicar libros dirigidos a esta tropa ávida de mejorar su técnica con la cámara. Una visita a cualquier librería de fuste nos mostrará una verdadera inflación de libros sobre exposición, iluminación, composición, y, como no, procesado con Photoshop. Sin embargo, no puede decirse que abunde la literatura que incida sobre esos aspectos de la fotografía algo más etéreos y que con frecuencia la sitúan en un nivel narrativo más creativo o, por qué no, más poético.  Siempre podemos volver a la pluma erudita de Susan Sontag, a la semiótica sobrevalorada de Barthes, a los textos clásicos sobre estética recopilados por Fontcuberta, o,  aunque hayamos dejado bien atrás los veinte años, a la frescura de Eduardo Momeñe. Yo lo hago con frecuencia, y creo que lo seguiré haciendo.  

Pero si andas con hambre de leer algo nuevo, publicado en castellano y que merezca la pena, creo que tienes una buena opción. Se trata de “Poética fotográfica”, un libro editado este mismo año por la editorial Casimiro y escrito por Llorenc Raich Muñoz, profesor del Instituto de Estudios Fotográficos de Cataluña.

Se trata de un libro pequeño en el que el autor hace un repaso de todos esos autores que en su opinión a lo largo de los dos últimos siglos nos han ofrecido, o lo siguen haciendo,  una obra de entidad y cargada de significado.  Creo que el apartado más interesante es el que hace referencia a la narrativa fotográfica, y aunque una única imagen pueda bastar para narrar una historia,  es en la secuencia o agrupación de imágenes  en dípticos, trípticos, series o proyectos, donde reside la mayor capacidad de la fotografía para la narración. Utiliza Raich unas palabras de José Saramago para referirse a este diálogo narrativo que puede establecerse entre imágenes “Ninguna palabra es en sí poética. Lo que la hace poética es la palabra que está al lado”.

Aunque tal vez se le pueda reprochar al autor la subjetividad en la elección de fotógrafos, algo que él reconoce y justifica, o lo críptica que resulta su prosa en algunos momentos, como cuando describe el discurso narrativo de las obras de algunos autores contemporáneos, creo que es un libro que se merece una lectura reposada.

viernes, 1 de agosto de 2014

La fotografía artística contemporánea





La fotografía contemporánea me cuesta un poco, lo que no quiere decir que no me interese. Y como para comprender y disfrutar el arte moderno se precisa de cierta formación he decidido leer algo al respecto.  No hay demasiado en castellano, así que se trata del libro "The photograph as contemporary art" de Charlotte Cotton, Directora Creativa del National Media Museum en el Reino Unido. La obra es una nueva edición renovada que presenta una revisión bastante interesante de las diversas tendencias en las que, a juicio de la autora,  puede englobarse la fotografía artística contemporánea.   Estas tendencias son las que figuran a continuación:

1.El primer grupo incluye aquellas fotografía que recogen escenas o  actuaciones preparadas o diseñadas por el fotógrafo para ser captadas por la cámara. Aunque el punto de partida podrían ser las fotografías tomadas  en los años 60 y 70 para documentar  algunas manifestaciones artísticas como  happenings o performances, pronto  la imagen fotográfica pasó a ser la obra de arte definitiva más que el acto real desarrollado ante la cámara. Un ejemplo de este tipo de imágenes podría ser la serie de Shizuka Yokomizo en la que presenta a distintos sujetos  fotografiados desde la calle frente a la ventana de sus casas. La artista japonesa había pedido previamente a algunos desconocidos que posasen de esa guisa a una determinada hora. Probablemente la imagen más conocida de esta serie es la que figura como portada en un libro sobre el retrato fotográfico de Angier Roswell  . Una serie parecida, de Juan Carlos Martínez, pudo verse en  la exposición "Contexto crítico. Fotografía española siglo XXI",  que tuvo lugar en la Tabacalera de Madrid hace unos meses.

2.  El segundo tipo entronca claramente con la pintura figurativa de los siglos 18 y 19 en la que se pretendía contar una historia con una sola imagen.  En este tipo de fotografías construidas  predomina la narrativa, y los elementos representados están dispuestos de tal manera que tratan de contar una historia preconcebida por el autor.  Probablemente sea Jeff Wall uno de los representantes más valorados de este tipo de fotografía. Basta echar un vistazo a su foto titulada "Insomnio" para ver cómo todos los elementos de la imagen están perfectamente dispuestos para que el espectador reconstruya mentalmente todo lo ocurrido en ese escenario doméstico.

3.  El tercer tipo corresponde a lo que se podría denominar fotografía inexpresiva (deadpan) . Se trata de unas imágenes frías, desapegadas y con un enfoque muy preciso y gran cantidad de detalles, generalmente de gran tamaño, pues muchas de ellas parecen haber sido pensadas para ser exhibidas en galerías.  Lo que más suele llamar la atención de estas imágenes, aparte de su gran formato, es la objetividad y frialdad emocional que destilan. El punto de partida de esta estética podría situarse en la escuela de Düsseldorf, con los Becher y sus fotografías de arquitectura industrial y algunos discípulos tan destacados como Andreas Gursky, Thomas Ruff, Thomas Struth o Cándida Höfer. También se podrían incluir en esta modalidad los retratos de Rineke Dijkstra.

4. Si los fotógrafos anteriores se definen a partir de su estética, los que integran este cuarto grupo lo hacen a partir del contenido u objeto de sus imágenes.  Para estos artistas algunos escenarios y objetos cotidianos que solemos ignorar a diario, tales como cubos de basura, habitaciones abandonadas o ropa sucia,  adquieren  una dimensión o interés especial cuando son captados por la cámara. Los objetos ordinarios pueden transformarse en algo extraordinario. A mí me suele costar trabajo ver cómo esos sencillos elementos se transforman en extraordinarios, aunque si quien los fotografía es el gran Chema Madoz la cosa adquiere un cariz diferente.

5. En este grupo se sitúan aquellas fotografías que podrían agrupar bajo la etiqueta de "vida íntima", y que reflejan  situaciones personales y emocionales de la vida cotidiana. Muchas de estas imágenes tienen el aire informal de las instantáneas  tomadas por aficionados y reveladas en las tiendas de fotos de toda la vida. No obstante, con frecuencia estos fotógrafos añaden un plus a este estilo ordinario, como es la construcción de secuencias dinámicas de una narración doméstica, o la captura de momentos inesperados y alejados de la experiencia diaria de la mayoría de las personas. Sin duda, Nan Goldin es el ejemplo más claro de este tipo de artistas. A lo largo de los años esta fotógrafa estadounidense ha captado multitud de imágenes  tanto de sus amistades como de desconocidos  en situaciones cotidianas que muestran desde dentro sus vivencias y sus estilos de vida. La sexualidad, la adicción a las drogas, el travestismo o la prostitución han sido algunos de los temas preferidos por estos fotógrafos de la vida íntima.

6. El anti-reportaje  podría ser una buena etiqueta para la fotografías que configuran este grupo . Y es que ante la pérdida de interés de galeristas y comisarios por la fotografía documental, y la competencia de la televisión y los medios digitales como fórmulas  más inmediatas de transmitir información,  la respuesta de la fotografía ha sido aprovechar  los diferentes contextos que el arte ofrece.  Este "anti-reportaje" se caracteriza por alejarse del centro de la acción, ya que el fotógrafo llega a los escenarios de conflictos bélicos o catástrofes naturales una vez que éstos han finalizado.  El acercamiento es más pausado y contemplativo con cámaras que pueden ser de formato  grande o medio; algo poco usual entre fotoperiodistas y que permiten una mayor calidad en la impresión final. Trabajos como los de la francesa Sophie Ristelhueber  en el Beirut de principios de los 80 reflejan los resultados sobre el escenario urbano de los conflictos bélicos.

7. Finalmente habría que considerar un grupo bastante más heterogéneo en el que la naturaleza material del medio fotográfico se convierte en parte esencial de la narrativa del trabajo.  Las fotografías, que no necesariamente han sido tomadas por el artista sino que han podido ser" apropiadas" de internet, pueden ser utilizadas como elementos que compongan una instalación o una escultura. Este apropiacionismo convive en este último grupo de fotografía postmoderna con otros enfoques, como los trabajos postfotográficos de Joan Fontcuberta o Cristina de Middel, o incluso con las series en que Cindy Sherman se fotografió a sí misma adoptando distintos papeles de la mujer en el mundo moderno.