miércoles, 22 de febrero de 2023

VIRGINIA WOOLF SOBRE LA SUBJETIVIDAD Y LA CREATIVIDAD EN FOTOGRAFÍA

 


Cualquiera que haya leído "Una habitación propia", esa pequeña y deliciosa obra de Woolf, sentirá algo de extrañeza ante el título de esta entrada. El libro de la genial escritora inglesa no está centrado en la fotografía, ya que es un excelente análisis feminista de la creación en clave de género, donde señala las enormes dificultades que afrontaron aquellas mujeres que tuvieron la osadía de emprender una carrera literaria antes del siglo XX. Sin embargo, algunas de las ideas que expone pueden trasladarse, no sin cierto riesgo, al ámbito de la fotografía.

La primera, y la más evidente, es la que se refiere a cómo las fotógrafas siempre han tenido muchas más dificultades que los fotógrafos tanto para producir una obra fotográfica como para verla reconocida. El hecho de que la fotografía haya aparecido bastante más tarde que la literatura ha supuesto que los obstáculos para ellas hayan sido menos evidentes porque el duro patriarcado de épocas anteriores comenzó a suavizarse a lo largo del siglo XX. Lo que no quiere decir que haya desaparecido por completo.

La segunda es la referida a cómo la creatividad no es solo un proceso individual sino que está arraigado en un contexto cultural determinado que facilita o pone trabas a la creación. Toda creación individual excepcional se sustenta sobre los hombros de quienes previamente abrieron el camino con obras de menor valor o menor reconocimiento. Esta idea coincide en cierta medida con la opinión del profesor de psicología estadounidense Mihaly Csikszentmihalyi, quien considera que la creatividad surge de la interacción entre las ideas de un sujeto y su contexto socio-cultural. Es el resultado de la combinación entre la cultura, con toda su carga de significados y simbolismos, la persona creadora, que aporta productos que pueden suponer una innovación en el contexto cultural y un ambiente socio cultural que valore esa innovación. Y es en este último punto donde surgen sesgos en función del género, ya que hasta hace muy poco esos comisarios y críticos han sido casi exclusivamente varones que se han mostrado más atraídos por la obra de sus congéneres. Y es que, sin negar la influencia de factores biológicos, es evidente que los procesos de socialización crean estereotipos de género que llevan a mujeres y hombres a mirar el mundo con ojos diferentes.
 
La tercera idea está muy relacionada con lo anterior y versa sobre la subjetividad en la valoración de toda obra creativa. Es muy complicado pegar etiquetas de mérito a toda obra fotográfica sin que el paso del tiempo o el cambio en las preferencias estéticas haga caer esas etiquetas. Lo que para una persona con criterio puede ser una obra excelente, para otra, también con criterio, puede carecer de valor. Para Virginia Woolf ni la alabanza ni la censura significan nada, “por delicioso que sea, el pasatiempo de medir es la más fútil de las ocupaciones y el someterse a los decretos de los medidores la más servil de las actitudes” Lo que importa es escribir o fotografiar lo que se desea escribir o fotografiar. Sin sacrificar un ápice de la visión personal por buscar aceptación en las redes sociales, un premio en un concurso o la alabanza de un comisario o comisaria. Este rechazo de la crítica literaria por parte de Woolf alude a la búsqueda de una creación basada en la integridad más que en la persecución de premios o reconocimientos. Sólo de esa manera es posible construir una obra fotográfica genuina. Este aspecto tiene mucho sentido si atendemos a algunos hallazgos recientes que nos indican cómo los procesos creativos se ven favorecidos por una motivación intrínseca en la que procesos intuitivos e inconscientes operan con más libertad recombinando todo el material acumulado en nuestra memoria. Un material que no es otra cosa que el fruto de los aprendizajes y las experiencias personales.

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