lunes, 14 de septiembre de 2020

BRASSAÏ, EL FOTÓGRAFO QUE SOÑÓ LA NOCHE




Alfredo Oliva Delgado.

Eran los años 30 y un artista polifacético de origen húngaro sorbía a grandes sorbos la vida bohemia de Montparnasse. Cuando cambió los pinceles por la cámara necesitó muy poco para demostrarnos que era un gran fotógrafo capaz de rivalizar con Cartier-Bresson.
Brassaï se movió con mucha soltura en ese territorio casi surrealista en el que las imágenes dotan a la realidad de nuevos significados. Así, un billete de autobús roto y ajado, un juego de agujas de coser, unas cerillas o unas formas femeninas descontextualizadas nos llevan a imaginar espacios irreales. También fue capaz de dignificar con su mirada esas cicatrices que los grafitis dejaban en los muros de París. Imágenes de detalles tomadas tan de cerca que podríamos pensar que al aliento del fotógrafo les insufló un hálito de vida.







Pero si esas fotografías podrían sugerirnos que nos encontramos ante un fotógrafo frío, interesado por lo inmaterial e indiferente a la vida de la calle, otros trabajos suyos nos dejan bien claro que estaríamos ante un error. Y es que fue con sus fotografías de la vida cotidiana como demostró que era un fotógrafo excepcional que tuvo la osadía de poner a los parisinos ante una visión diferente de su ciudad. Resulta paradójico que fuese un inmigrante venido de Transilvania quien les devolviese esa imagen tan hermosa. Tal vez porque fue capaz de tener una mirada mestiza en la que la extrañeza del foráneo se hibridó con la familiaridad del residente no circunstancial. Y es que solo alguien muy familiarizado con la hedonista vida nocturna de Paris podría mimetizarse tanto con el ambiente como para capturar con su Voigtländer unas imágenes tan cargadas de autenticidad. Imágenes en las que personajes habituales de la noche como prostitutas, chulos y maleantes aparecen ante nuestros ojos cargados de espontaneidad y ternura.
Son dos los elementos que hacen de Brassaï un gran maestro. Por un lado, su enorme talento para la composición, probablemente debido a su sólida formación artística. Un talento compositivo que se nos muestra de forma clara en muchas de sus fotografías nocturnas, como la de ese automóvil que corta en dos la noche neblinosa con su haz de luces, o en ese arroyo urbano que serpentea entre los adoquines y el bordillo o, también, en sus paisajes nocturnos del Sena difuminado por la niebla. Una fotografías tomadas con trípode y con exposiciones prolongadas que le permitían encuadres cuidados y reflexivos. Imágenes que nos muestran unas escenas que aunque podrían transmitirnos toda la frialdad de las noches invernales nos resultan cálidas y acogedoras debido al uso magistral de las texturas creadas por la niebla.Y es que las texturas suaves suelen ser una caricia para la mirada que sentimos en la piel.
Por otro lado, estamos ante un fotógrafo humanista dotado de una empatía y sensibilidad social que le permitió esas escenas interiores en las que tenemos la impresión de que Brassaï estaba oculto tras un espejo. Dos competencias que Brassai consideraba necesarias en todo creador visual como queda patente en esta reflexión suya: “Todo arista visual debe tener dos dones: cierta sensibilidad hacia la vida y el arte de apresar esa vida de cierta manera. No se trata de puro esteticismo, pero una foto confusa no puede penetrar en la memoria. Siempre he considerado la estructura formal de una fotografía, su composición, tan importante como el tema”





3 comentarios:

  1. que artista con MAYÚSCULAS!!! Cuanta belleza en estas fotografías tan diferentes por cierto, que como bien describes por momentos parecen retratar escenas frías, pero luego te lleva a otras de la vida cotidiana tan cálidas... MARAVILLOSO!! Saludos desde Argentina y u placer llegar a este espacio tan creativo

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  2. Un fotografo extraordinário. Las tres fotos que nos muestras son estupendas pero el juego con doble espejo de la última es una magistral muestra de composición. Hace un par de años tuve el placer de asistir a una retrospectiva suya en la Fundación Mapfre donde pude apreciar el gran talento de Brassaï.
    Gracias por recordarnoslo.
    Un abrazo Alfredo

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