domingo, 6 de abril de 2025

PLAGIO O INSPIRACIÓN: LA NECESIDAD DE REFERENTES EN FOTOGRAFÍA


 E
n Psicología existe una regla de oro para evaluar la creatividad de las respuestas de las personas ante una determinada tarea. Una regla que incluye tres aspectos diferentes: la fluidez o número de respuestas, su novedad u originalidad y su valor.


Es evidente que cuando pensamos en propuestas fotográficas creativas su originalidad es un requisito importante. Sin embargo, también podemos considerar que la originalidad absoluta es una “rara avis”, ya que todos los grandes maestros en el mundo de la fotografía han solido construir su obra a partir de unos referentes previos y dentro de una determinada tradición formal o estilística. Como comenta Jean-Claude Lemagny en La sombra y el tiempo (1992): “Lo quiera o no, el fotógrafo no fotografía sino a partir de la manera en que se fotografió antes que él. Si lo hace de manera inconsciente no hará más que repetir las maneras establecidas; si es consciente de esto, tal vez, y no sin lucha, pueda quebrar las rutinas y encontrar algo nuevo. Y allí se continuará la historia de la creación”.

 
Por lo tanto, no parece que al fotógrafo o fotógrafa le quede otra salida que partir de algunos referentes que le sirvan de guía o inspiración. A veces se trata de una decisión consciente e intencionada, pero en otras ocasiones, y como comenta Lemagny, no será plenamente consciente de la influencia de otros autores. Sin embargo, no estoy de acuerdo con él en que esa falta de consciencia le lleve al plagio o repetición clónica, puesto que todo fotógrafo va a filtrar o tamizar el estilo que le inspiró y lo va a mezclar con las muchas experiencias tanto visuales como vitales que han definido su mirada personal.
Teniendo en cuenta lo inevitable que resulta tener referentes inspiradores me atrevería a ofrecer algunas sugerencias de cara a su elección, más allá de la lógica sintonía personal que podamos tener con autores o autoras que nos han precedido. En primer lugar, creo que cuanto más nos alejemos en el tiempo y en el espacio de ellos, más se distanciará también nuestra propuesta fotográfica de la original. Y es que, por ejemplo, aunque nos sintamos fuertemente inspirados por Walker Evans, nuestras imágenes nunca podrán ser una copia de su obra puesto que ese mundo que el fotógrafo estadounidense nos regaló ya no existe: la gente, los autos, las vestimentas o las construcciones que podamos retratar en nuestro contexto poco tendrán que ver con las fotografiadas por Evans.

 
En segundo lugar, es bueno tomar referentes o influencias de diversos autores. Eso hará que nuestra propuesta sea más rica e interesante, y más difícil que pueda ser considerada un plagio. Cuando nuestra formación fotográfica va aumentando y crece el número de autores que nos gustan, más complicado resulta que nos veamos influidos por un solo fotógrafo. Y no se trata de desaprender y alejarnos de ellos, sino de integrarlos en ese crisol que es nuestra mirada personal, siguiendo una especie de mecanismo psicológico de introyección.


Por último, creo que es importante no limitar nuestros referentes al mundo de la fotografía. También en la pintura, el cine, la literatura, la música, e incluso la ciencia, podremos encontrar sugerentes fuentes de inspiración. De ahí, que la formación cultural del fotógrafo o fotógrafa sea tan importante. No tenemos que olvidar que la creatividad no es otra cosa que la capacidad para combinar o unir conceptos, elementos o estilos ya existentes y conocidos en una nueva propuesta original. Cuanto más variado y numeroso sea el material a mezclar que contiene nuestra memoria, mejores cartas tendremos en nuestro poder para generar una obra interesante y creativa.


Imágenes de Brassaï, David Lynch y Edward Hopper

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