domingo, 3 de julio de 2022

FOTOGRAFÍA Y PSICOLOGÍA: MIRADA NOVATA VERSUS MIRADA EXPERTA


¿Nos gustará más una fotografía o una pintura si alguien nos engaña atribuyendo su autoría a alguien famoso cuando en realidad su autor es un desconocido sin un talento especial? La respuesta es claramente afirmativa, a juzgar por los resultados de algunos estudios recientes sobre preferencias estéticas que utilizan técnicas de neuroimagen. Los espectadores engañados no solo valoraron esas imágenes “fake” de forma más positiva que otros que no habían recibido la indicación sobre la atribución falsa de autoría, sino que además experimentaron una mayor activación de las zonas cerebrales relacionadas con el placer. Zonas que suelen activarse ante la contemplación de la belleza. 

Que la forma de mirar guarda relación con el conocimiento previo es algo que la psicología de las preferencias estéticas se ha esforzado en demostrar experimentalmente a lo largo de las últimas décadas. Si los primeros estudios experimentales sirvieron para demostrar cómo diversas propiedades de imágenes o diseños, tales como el tamaño, el equilibrio, la forma, el ritmo, la regularidad o el color influyen en que nos resulten más o menos atractivos, más adelante se puso el foco sobre el papel que desempeña el conocimiento que posee el observador en sus preferencias y en su forma de mirar. Y es que, como ya había puesto de manifiesto la psicología de la Gestalt, el observador es un agente activo que contribuye con sus expectativas y conocimientos a la interpretación de lo que perciben sus sentidos.

Hay dos posibilidades para estudiar la relación entre conocimientos y percepción visual. La primera es la de comparar a dos grupos de observadores, uno al que se la ha proporcionado cierta información relevante sobre las imágenes que se le presentan frente a otro que carece de dicha información adicional. La segunda fórmula consiste en comparar a un grupo de observadores expertos en artes visuales con otro de observadores sin formación en ese campo. Mientras que en algunos estudios se compararon las preferencias que declararon sentir los participantes, en otros se emplearon técnicas de “eye tracking” para analizar el recorrido que seguía la mirada del observador ante las imágenes presentadas, o incluso técnicas de neuroimagen para detectar las áreas cerebrales que se activaban durante la contemplación. 

Los resultados de dichos estudios arrojan algunas conclusiones interesantes. La más esperable es la relativa a la influencia positiva que la información o conocimientos previos tienen sobre el disfrute o goce estético. Esta relación era más potente cuando aumentaba la complejidad de las imágenes presentadas. Por ejemplo, cuando se trataba de obras de arte abstracto. En estos casos, la simple inclusión de un título mejoraba la valoración y compresión de la imagen. Eso justifica que algunos proyectos fotográficos contemporáneos de carácter más o menos conceptual vayan acompañados de una justificación discursiva.

Otra conclusión es la relativa al recorrido que sigue la mirada de quien observa la imagen en función de su formación o maestría. Así, las personas inexpertas suelen centrarse más en los elementos figurativos, sobre todo si están situados en el centro o en el primer plano. En cambio, la mirada de las expertas recorre más zonas del encuadre, prestando mucha atención al fondo y a la relación entre los distintos elementos de la imagen, es decir, a la composición. También se detiene más en la contemplación de los contrastes, sobre todo de color. Por otra parte, suelen ser más eficientes en la observación, atendiendo más a aquellos aspectos de la imagen que son más relevantes para una valoración estética, e ignorando los irrelevantes. En cierto sentido, podríamos decir que estas personas expertas están más predispuestas a asimilar la complejidad visual.

A pesar de todo lo anterior, nos equivocaríamos sacando la conclusión de que el grado de “expertise” es la única variable relacionada con nuestra forma de mirar o con el disfrute derivado de la contemplación de lo bello, o de lo sublime. Otros factores relacionados con nuestra personalidad, nuestro estado de ánimo o nuestras experiencias vitales también tienen un papel relevante en el juicio estético, lo que hace imposible restarle toda traza de subjetividad.

Texto: Alfredo Oliva Delgado

Fotografía: Stefan Draschan

No hay comentarios:

Publicar un comentario