"Estoy siempre persiguiendo la luz. La luz convierte en mágico lo ordinario " Trent Parke
martes, 21 de diciembre de 2021
lunes, 20 de diciembre de 2021
viernes, 17 de diciembre de 2021
martes, 30 de noviembre de 2021
martes, 23 de noviembre de 2021
martes, 9 de noviembre de 2021
lunes, 1 de noviembre de 2021
martes, 26 de octubre de 2021
jueves, 21 de octubre de 2021
martes, 19 de octubre de 2021
jueves, 14 de octubre de 2021
viernes, 8 de octubre de 2021
lunes, 4 de octubre de 2021
martes, 28 de septiembre de 2021
viernes, 24 de septiembre de 2021
lunes, 20 de septiembre de 2021
domingo, 19 de septiembre de 2021
martes, 14 de septiembre de 2021
domingo, 12 de septiembre de 2021
viernes, 10 de septiembre de 2021
jueves, 9 de septiembre de 2021
martes, 7 de septiembre de 2021
lunes, 30 de agosto de 2021
martes, 13 de julio de 2021
martes, 6 de julio de 2021
LA CREATIVIDAD ES MÁS DE DERECHAS
martes, 15 de junio de 2021
sábado, 12 de junio de 2021
NEUROESTÉTICA FOTOGRÁFICA: EL PODER EMOTIVO DE LAS TEXTURAS
lunes, 24 de mayo de 2021
sábado, 8 de mayo de 2021
lunes, 3 de mayo de 2021
CREATIVIDAD Y VULNERABILIDAD AL LIKE. O DONDE DIJE DIGO….
Recogía en una entrada anterior la idea basada en estudios
de neurociencias de que las experiencias tempranas negativas podían llevar
tanto a la búsqueda de la novedad como a la creatividad. Esta relación, lejos
de resultar sorprendente, apoya una idea muy extendida de que tras las grandes
creaciones hay una alta dosis de sufrimiento y malestar psicológico. Una
relación que ya destacó Arístóteles cuando aludió a la relación entre melancolía
y creación, y que recogió el psicoanálisis cuando puso el trauma en el origen
de la actividad creadora (López Mondéjar, 2015).
Sin embargo, la idea contraria también ha tenido sus
defensores. Como el psicólogo Mihály Csíkszentmihályi con su teoría del flujo,
en la que destaca cómo la creación requiere de una inmersión total en la actividad
más probable en situaciones de serenidad y bienestar psicológico. Aunque
también podemos entender que la causalidad lleva la dirección contraria, de
forma que es el flujo creador el que nos hace sentirnos felices y satisfechos https://lateralaction.com/articles/mihaly-csikszentmihalyi/
Lo más paradójico es que serían las experiencias infantiles
positivas las que estarían en el origen de ese flujo creativo. Cuando el trato
es afectuoso y los padres se muestran atentos y disponibles, el menor
desarrolla un modelo de apego caracterizado por la seguridad y confianza en sí
mismo y en los demás. Si me atienden y me quieren aprendo que soy valioso.
Como apuntó Bolwby (1968) en su clásica teoría del
apego, los humanos estamos motivados a buscar un equilibrio entre la seguridad
que nos ofrece un contexto familiar previsible y las conductas de búsqueda y
exploración del entorno. Cuando los progenitores son sensibles y responsivos, el
bebé aprende que el entorno es predecible y lo utiliza como una base segura a partir
de la que explorar. Por contra, si los padres se muestran poco disponibles o
rechazantes, el menor tomará conciencia de esa impredecibilidad y la
generalizará todos los contextos sociales. Es el feedback inconsistente y poco
fiable en la primera infancia el responsable de la inseguridad del modelo
interno construido por el niño o niña. Una inseguridad que le llevará a dudar
de sí mismo, y a desarrollar una autovaloración inestable y excesivamente dependiente
del feedback instantáneo y de la evaluación de los demás. Es muy poco probable que esa dependencia enfermiza
sea el mejor caldo de cultivo para realizar aportaciones originales y novedosas,
en tanto que el sujeto tendrá más dudas a la hora de seguir su propio camino y
tenderá a buscar continuamente la aprobación de los demás. Y aunque a todos nos
viene bien un like, no todos tenemos la misma necesidad de conseguirlo a toda
costa.
Hay que aclarar que la duda siempre hará acto de presencia,
incluso en los creadores más seguros y originales. Sin embargo, en algunas
ocasiones podemos encontrarnos con personas que parecen no presentar ninguna
incertidumbre, que muestran una sospechosa desmesurada seguridad en sí mismas. En esos casos es muy probable que se trate de
actitudes compensatorias que esconden una gran fragilidad e inseguridad construida
a partir de experiencias infantiles poco favorables.
Por lo tanto, el debate acerca de la influencia de las
experiencias infantiles sobre el proceso de creación no parece estar cerrado. Y
es que la creación es una estación a la que se puede llegar por vías diferentes.
jueves, 29 de abril de 2021
MALESTAR PSICOLÓGICO Y CREATIVIDAD: DE LAS EXPERIENCIAS INFANTILES ADVERSAS A LA INNOVACIÓN
La apreciación y valoración estética de una fotografía es un asunto complejo en el que intervienen muchos factores y que pasa por sucesivas fases o momentos. Una vez que nos situamos ante una imagen, previamente considerada como estética o artística, son los elementos perceptivos relativos a la composición los que más nos llamarán la atención, haciendo que nos resulte más o menos interesante o atractiva. Probablemente ese sea el aspecto más estudiado y sobre el que más se ha escrito. Ya sabemos la importancia de elementos como como el contraste, la nitidez o la falta de ella, la complejidad, el dinamismo, la simetría, el color, el orden o el agrupamiento. A esos elementos ya me he referido en diversas ocasiones.
Otro aspecto que va a resultar muy determinante en cómo valoramos una imagen o un trabajo fotográfico es el relacionado con cómo se sitúa entre los polos original/novedoso versus familiar. La relación entre la valoración y la familiaridad no es sencilla y resulta difícil establecer leyes universales. Pero, aunque pudieran establecerse, esas leyes ignorarían la importancia de las diferencias individuales. Así, ante un mismo trabajo las reacciones del observador pueden ser muy distintas en función de factores personales. Mientras que la originalidad de un trabajo resulta estimulante para quienes se aburren ante imágenes que les resultan demasiado familiares o previsibles, otras personas pueden sentirse desconcertadas ante una originalidad novedosa que les puede resultar aversiva. Estas personas se sentirán más cómodas ante obras familiares que les despiertan algunas resonancias y que pueden encuadrar en corrientes o estilos.
Parece indudable que la formación del observador puede influir en este gusto por lo novedoso, aunque no es fácil determinar en qué sentido: si bien esa formación le permitirá encuadrar mejor una obra aumentando su goce estético, también puede hacer que le resulte demasiado familiar disminuyendo su interés en ella (“más de lo mismo”). Pero más allá de la mayor o menor formación del evaluador, me atrevo a sugerir que existen otras variables personales de carácter psicológico que pueden resultar determinantes. A mi juicio, la candidata ideal es la dimensión de la personalidad etiquetada como apertura a la experiencia o atracción hacia lo novedoso. Un rasgo bastante estable y que tiene una base neurobiológica relacionada con la activación de circuitos cerebrales relacionados con el placer o recompensa. En unas personas domina el circuito que se activa ante lo novedoso, por lo que las experiencias que conllevan cierta innovación generarán más interés y resultarán más placenteras. En cambio, en otras personas es el sistema neuronal relacionado con la familiaridad el que se muestra más sensible y estimulante.
El equilibrio que se establece entre esos dos circuitos influye en muchos aspectos de nuestro comportamiento que van más allá de la valoración o creación estética, tales como la búsqueda de sensaciones, el establecimiento de relaciones afectivas o las conductas de asunción de riesgos. Pero lo que resulta más interesante es la reciente evidencia empírica que nos indica que el predominio de uno u otro circuito cerebral está muy determinado por las experiencias infantiles, concretamente por el tipo de vínculo que el bebé establece con sus cuidadores principales. Así, cuando el bebé construye un vínculo de apego seguro con ellos porque se muestran sensibles y responden a sus necesidades, tendrá lugar un progresivo cambio del predominio del sistema ventral que atiende a lo novedoso hacia una preferencia por el sistema que encuentra recompensa y placer en la familiaridad. Por contra, cuando el vínculo es inseguro se mantendrá el predominio del sistema que se activa ante la novedad. Se trata de un proceso complejo y adaptativo en el que intervienen hormonas como la oxitocina y el cortisol.
Por lo tanto, parece que un contexto familiar conflictivo y poco previsible, incluso abusivo o negligente, que lleve a un apego inseguro con sus consecuencias negativas (conductas de riesgo, adicciones, estrés, ansiedad social, problemas relacionales) puede estar detrás de una mayor preferencia por la novedad y la originalidad, algo que resulta esencial tanto en la apreciación estética poco sujeta a corsés como en la creación de nuevos lenguajes. Tal vez, es por ello por lo que con tanta frecuencia se han asociado el desajuste psicológico y las conductas de asunción de riesgos con la originalidad y la creatividad, sobre todo cuando se trata de romper con moldes y abrir nuevos caminos.
Foto: Elliott Erwitt
viernes, 5 de marzo de 2021
jueves, 25 de febrero de 2021
sábado, 6 de febrero de 2021
miércoles, 3 de febrero de 2021
domingo, 31 de enero de 2021
Sobre el valor de una fotografía: De la fricción cognitiva al efecto Zeigarnik
Sin embargo, yo siempre he preferido referirme al efecto Zeigarnik, propuesto en 1927 por una investigadora soviética llamada Bluma Zeigarnik, quien puso de manifiesto con una serie de experimentos que aquellas tareas cognitivas que eran interrumpidas antes de ser completadas eran recordadas mejor que las que eran resueltas. Algo que Zeigarnik atribuía a la tensión cognitiva creada. Es como si el cerebro siguiera dándole vueltas a aquello que no había podido resolver. Pues bien, cuando nos enfrentamos a una fotografía sencilla, bien compuesta y fácilmente legible suele ocurrir que aunque nos atraiga en un primer momento, su efecto tiende a disiparse y la olvidamos más rápidamente. Estas imágenes serían el equivalente a las tareas resueltas. En cambio, algunas fotografías que tienen una mayor complejidad visual, y que pueden resultar menos atractivas en un primer momento, son con frecuencia aquellas que nos generan una mayor tensión cognitiva y emocional, y que por lo tanto suelen perdurar más en la memoria. Suelen ser fotografías que resultan ambiguas y que hacen que nuestro cerebro empiece a trabajar. Estas imágenes serían el equivalente de las tareas no resueltas.
Como demostró, John Suler, profesor de psicología de la Rider University, en un experimento con un grupo de alumnos y alumnas, a los que presentó una serie de 200 fotografías de temática muy variada, las fotografías señaladas como impactantes durante la presentación fueron aquellas más canónicas desde el punto de vista de la composición. Sin embargo esas imágenes fueron poco recordadas al día siguiente. Hubo otros elementos vinculados con el contenido de la foto que dotaron a las imágenes de un significado y una resonancia emocional, y que hicieron que ciertas imágenes permaneciesen en la mente. Una de las características de dichas imágenes podría ser su capacidad para generar cierta tensión o disonancia cognitiva en el espectador. Otro elemento a tener en cuenta podría referirse a determinados elementos de la foto que punzasen al espectador, en la línea de la propuesta barthesiana del punctum, ese elemento azaroso que hace que la imagen punce o toque emotivamente al observador.
Por lo tanto, esa capacidad que tienen algunas fotografías de crearnos confusión y tensión emocional es un elemento que algunos fotógrafos valoramos mucho, y por eso, algunas propuestas valorativas lo incluyen como un elemento fundamental. Lo que no quiere decir que otros elementos puramente estéticos no deban ser tenidos en cuenta a lo hora de valorar una imagen fotográfica.