miércoles, 14 de octubre de 2020

¿QUE ES UNA BUENA FOTOGRAFÍA? PROPUESTA PARA UN DECÁLOGO



Es esta una pregunta complicada y frecuentemente debatida a la que muchos expertos han tratado de dar respuesta. Michael Freeman, John Szarkowski, Stephen Shore, Eduardo Momeñe, Rosa Olivares, Joan Fontcuberta, Tino Soriano, y muchos otros, han expuesto sus puntos de vista sobre el asunto. Sobre lo leído y oído, me atrevo a hacer una propuesta que amplía algo que escribí hace unos años.

1.Propone una composición inteligente.                                                                                                  Sin duda éste es un aspecto esencial que determinará que la imagen funcione mejor o peor, y que resulte atractiva al observador. Aunque determinar qué es una buena composición pudiera parecer subjetivo, se trata de uno de los aspectos más trillados, y sobre el que existe un mayor consenso. Sin embargo, hay composiciones que funcionan muy bien cuando parecen romper esas reglas, y es que hay tantos factores implicados en una composición que resulta prácticamente imposible recogerlos en un puñado de reglas. No es que esa imagen que funciona no siga ninguna regla, es que hay tantas que muchas de ellas están por descubrir.

2. Provoca una reacción.
La imagen debe tener algo que impacte visualmente y que atraiga la atención, si no de todo el mundo, al menos de un alto porcentaje de espectadores. En este caso las reglas están menos claras, y a veces hay imágenes tan calculadas para crear esa atracción que resultan demasiado obvias y suscitan el rechazo del observador inteligente.


3.Emociona al espectador.
La reacción puede ser cognitiva, porque nos plantea una especie de dilema visual que intentamos resolver. Pero, sobre todo, provoca una reacción emocional que nos pellizca las entrañas. Este es un aspecto difícil de conseguir mediante la composición, el juego entre figura y fondo, y el contenido profundo de la imagen. Una foto ideal debería provocar lo que Roland Barthes denominó "punctum", una intensa emoción que atrapa y sacude al observador. Observando muchas buenas imágenes sentimos ese pellizco sin que seamos conscientes de qué detalle de la imagen es el que nos conmueve, y es que con frecuencia se trata de asociaciones inconscientes creadas por la foto con una importante resonancia afectiva en nuestro mundo íntimo. Puede ser el recuerdo de alguna situación vivida en el pasado, un gesto que nos recuerda a alguna persona significativa, una atmósfera que nos retrotrae a nuestra infancia, etc.


4. Suscita curiosidad.
A veces, nos encontramos con un elemento de ambigüedad, incertidumbre, e incluso de contradicción que despierte la curiosidad del espectador sobre el significado o el resultado de la escena representada. A veces, se trata de figuras que escapan del encuadre, o que se superponen ocultándonos algo que se nos antoja importante, pero en otros casos, es la falta enfoque o la trepidación la que introduce la ambigüedad. Incluso, en algunas ocasiones aunque las figuras estén completas, la nitidez sea total y la acción haya culminado, puede haber algo en la escena o en sus protagonistas que genere cierta ambigüedad en el observador y que despierte su curiosidad.


5. Trasciende a la experiencia visual directa.
Quizá sea éste un de los aspectos más interesantes, y se refiere a la capacidad que puede tener una buena instantánea para generarnos ideas a partir de la experiencia visual que nos ofrece. Una determinada fotografía puede llevar al espectador a encontrar algún tema o detalle que no resulta explícito a primera vista, pero que surge por asociación de ideas. En definitiva, tiene varias capas que ofrecen más de una lectura.


6. Se sitúa en el ámbito de lo fotográfico.
La fotografía es contemporánea, e indisociable de la experiencia cultural de todo el mundo, por lo que de alguna manera ha de tener nexos con todas las imágenes que forman nuestro universo visual. Aunque pudiera parecer que ello supone una merma de la originalidad, es necesario que el creador que quiera producir buenas fotografías parta del conocimiento de las imágenes ofrecidas por otros fotógrafos (o artistas plásticos, cineastas, etc.), de esa manera podrá ubicar su obra en un determinado contexto visual y cultural. Eso supone partir de unos referentes para también ser capaz de trascenderlos. Hasta dónde podemos trascenderlos en un asunto objeto de discusión.


7. No imita.
Cada forma artística tiene su propia forma de expresión, por lo que una buena fotografía no debería imitar otras formas de arte. Debe explorar y explotar su propio medio, lo que supone tener una idea clara de aquello en lo que destaca la fotografía: la espontaneidad documental del momento captado, el velo, el enfoque diferencial, el desenfoque por movimiento, los reflejos o las sombras.


8. Es intencionada.
Aunque el azar juega siempre un papel importante en la creación, con frecuencia consideramos azaroso lo que en realidad es intuitivo y hunde sus raíces en la experiencia y maestría del fotógrafo o fotógrafa. Cuando la autoría es evidente en la imagen, que nos transmite de forma eficaz la idea o mensaje que el fotógrafo se propuso, es muy probable que estemos ante una buena imagen. Sin un buen dominio técnico, el autor tiene muy complicado plasmar en una fotografía una intención.


9. Es creativa.
Algunas imágenes tienen una originalidad y una frescura que sorprenden al observador por su osadía. Sin embargo, la originalidad no siempre es sinónimo de creatividad, ya que es necesario que ese alejamiento de caminos trillados sea valorado positivamente. Y esa capacidad para otorgar el marchamo de creativa a una fotografía es probablemente el aspecto más subjetivo y complicado de la valoración o juicio estético, por lo que requiere de expertos osados y con criterios bien formados. Cuando John Szarkowski puso en valor la obra de fotógrafos como Diane Arbus, Lee Friedlander, Joel Meyerowitz,o Garry Winogrand, impulsó el desarrollo de la fotografía de forma decisiva. Un buen ejemplo que me lleva a pensar que para que haya fotógrafos creativos ha de haber buenos curadores.


10. Cumple su función.
El objetivo que el fotógrafo o fotógrafa se planteó determinó una intencionalidad que guió el uso de unos determinados recursos técnicos. Hay fotos que sirven para ilustrar un texto o acompañar una noticia, o que se cuelgan en una galería o museo, que se usan a modo de postal, se incluyen en un proyecto o serie o que se estampan en una camiseta. Por ello, cabe pensar que resulta complicado determinar la calidad de una fotografía sin tener en cuenta la función que cumple.
(Fotografía de Josef Koudelka)

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