Cuando en 1952 Henri Cartier-Bresson publicó “Images á la
Sauvette”, que fue traducido al inglés con el título de “The Decisive Moment”,
expuso su idea de lo que debería ser la fotografía acuñando uno de los
conceptos más divulgados entre los fotógrafos de todo el mundo: el Momento Decisivo. Para Bresson la fotografía debía captar el flujo de la vida, la espontaneidad
cotidiana de personajes reales. Algunos autores como John Suler o Richard Zaika
han profundizado en los aspectos más psicológicos de este Momento Decisivo,
entre los que se pueden citar los siguientes:
1. Una composición sofisticada en la que la fusión visual de
los elementos de la escena fotografiada aprovecha los principios de la
psicología Gestalt para crear un ambiente de concisión, equilibrio, armonía,
sencillez y unidad.
2. Un fondo interesante que interactúa tanto visual como
psicológicamente con el sujeto en una relación significativa y atractiva entre
figura y fondo. Aunque, como ya he comentado en el punto anterior, una imagen
equilibrada a nivel compositivo puede satisfacer tanto al ojo como a la mente, a veces puede resultar demasiado
predecible y aburrida. De ahí que cuando
el sujeto o figura interactúa y se alterna con el fondo en atraer nuestra
atención, se añade un plus a la imagen, que gana en interés. El ojo ira
alternativamente de figura a fondo y de fondo a figura. Por eso, las fotos con
una profundidad de campo muy limitada y con el foco puesto en la figura, de manera
que el fondo apenas sea reconocible, no son buenas fotos de momentos decisivos,
aunque pueden ser un buen retrato o una buena macrofotografía. No obstante, también podría darse el caso de que un fondo desenfocado tuviese formas o colores que
pudiesen interactuar con la figura.
3. La anticipación visual y psicológica de finalización
y cierre, que a menudo aflora como una brecha visual, intervalo, o suspensión de alguna
clase. En la psicología de la Gestalt la ley del cierre establece que la mente
busca completar una figura aunque ésta no exista o no esté completa (una pelota
semioculta tras el tronco de un árbol). Esa tensión que crea una figura
incompleta, o un suceso que está a punto de ocurrir (una pareja fotografiada
segundos antes de abrazarse) resulta interesante para la mente del observador,
que trata de completar la escena o anticipar el desenlace. Nuestro ojo y nuestro
cerebro, disfrutan con ese ejercicio perceptivo-mental.
4. Un elemento de ambigüedad, incertidumbre, e incluso de
contradicción que despierte la curiosidad del espectador sobre el significado o
el resultado de la escena representada. Es decir, aunque en algunas ocasiones las figuras están completas, y la
acción ha culminado, sin embargo, hay algo en la escena o en sus protagonistas
que genera cierta ambigüedad en el observador y que despierta su curiosidad (p.
e. su lenguaje corporal resulta contradictorio). Surgen dudas interpretativas y
nuestra mente tiene que escudriñar la imagen y tomar una decisión sobre el
significado último de la foto.
5. La captura de un momento único, fugaz, y significativo,
sobre todo aquel que implica movimiento y acción. Como Cartier-Bresson apuntó,
esa sería la principal diferencia entre la fotografía y otro tipo de artes,
como la pintura, su capacidad para captar un momento único e irrepetible que ya
no volverá. Teniendo en cuenta esa característica de la fotografía, podríamos
pensar que la fotografía “prefabricada”,
como la conceptual, pero también la de paisaje, de arquitectura o de estudio
serían ajenas a estos momentos decisivos. Sin embargo, cualquiera que haya
fotografiado paisajes sabe de la naturaleza evanescente y efímera que tienen
algunos momentos en los que se combinan unas condiciones atmosféricas especiales.
Lo mismo podría decirse de la fotografía de estudio, aunque en este caso el
momento decisivo vendría dado por la creación de una especial complicidad y
sintonía entre fotógrafo y modelo.
6. Un disparo preciso, oportuno e irrepetible. La vida fluye
a su alrededor y el fotógrafo debe estar presto a captar en un disparo la
esencia de cada situación, seleccionando la composición que mejor condensa ese
momento en el que confluyen los aspectos visuales y psicológicos de la escena.
7. El momento decisivo conlleva imágenes sinceras de gente en situaciones cotidianas de la vida real. Y es que debería incluir en el encuadre a personas capturadas de forma espontánea mientras viven, trabajan o se mueven por la ciudad en sus quehaceres cotidianos. Son imágenes auténticas, sin ningún tipo de fingimiento, en la que los sujetos ignoran que están siendo fotografiados y no posan para el fotógrafo. Esto es importante ya que el efecto Hawthorne indica que las personas cambian su forma de actuar y su expresión corporal cuando se sienten observados, por lo que si queremos que su expresión sea totalmente natural y refleje el verdadero fluir de la vida, la foto debería tomarse de forma disimulada. La pequeña y manejable Leica, junto a su habilidad para mimetizarse con el ambiente, permitió a Bresson capturas increíbles de situaciones reales. No obstante, las cosas han cambiado mucho con la proliferación de cámaras y fotógrafos callejeros que ha traído consigo la fotografía digital, y cada vez resulta más complicado realizar este tipo de tomas sin entrar en conflicto con consideraciones de tipo ético y legal. A veces no queda otra que declararse insumiso de las leyes que regulan la toma y difusión de imágenes.
Por otra parte, supone también un compromiso de no alterar la toma inicial con un procesado que la desvirtúe, añadiendo o quitando elementos de la captura original, alterando los colores de forma poco natural, o modificando de forma acusada el contraste o el enfoque. No obstante, la fotografía digital actual es mucho más versátil, y estaríamos dispuestos aceptar como verdaderos reflejos de la realidad un mayor rango de modificaciones en el raw original.
8. Un imagen significativa que emocione. Este es un aspecto difícil de conseguir mediante la composición, el juego entre figura y fondo, y el contenido profundo de la imagen. Una foto ideal de un momento decisivo debería provocar lo que Roland Barthes denominó "punctum", una intensa emoción que atrapa y sacude al observador. Observando muchas de las fotos de Cartier- Bresson sentimos esa punzada sin que seamos conscientes de qué detalle de la imagen es el que nos conmueve, y es que con frecuencia se trata de asociaciones inconscientes creadas por la foto con una importante resonancia afectiva en nuestro mundo íntimo. Puede ser el recuerdo de alguna situación vivida en el pasado, un gesto que nos recuerda a alguna persona significativa, una atmósfera que nos retrotrae a nuestra infancia, etc.