"Estoy siempre persiguiendo la luz. La luz convierte en mágico lo ordinario " Trent Parke
martes, 29 de septiembre de 2015
lunes, 28 de septiembre de 2015
sábado, 26 de septiembre de 2015
jueves, 24 de septiembre de 2015
lunes, 21 de septiembre de 2015
viernes, 18 de septiembre de 2015
El falso mito de la proporción áurea (Golden Ratio)
Entre las reglas de composición más conocidas encontramos la
proporción áurea (golden ratio) y su prima hermana, la regla de los tercios. Ya
sabéis, la idea de que cuando un elemento está situado en un punto descentrado
con respecto al eje vertical del encuadre su impacto visual es mayor. Esta
proporción áurea ha sido considerada como una regla universal por matemáticos,
biólogos, artistas o arquitectos. Su presencia en la arquitectura clásica o en
fenómenos naturales ha sido la prueba que siempre sirvió para avalar esta
universalidad y negar cualquier tipo de dependencia de factores sociales o
culturales. Es decir, nuestra tendencia a otorgar un mayor valor estético y preferir imágenes compuestas de acuerdo con esta
proporción áurea, obedecería a un impulso innato grabado en nuestros genes e
independiente de nuestra formación artística o de nuestras experiencias
visuales. La experimentación en psicología también apuntó en esa misma
dirección, al menos la que se había llevado a cabo hasta ahora.
Pues bien, parece que hemos estado instalados en un engaño
duradero, al menos eso es lo que parecen indicar los estudios llevados a cabo
por Stefan Stieger y Viren Swani, y que han sido publicados en “Psychology of
Aesthetics, Creativity and the Arts”. Estos investigadores de las Universidades
de Viena y Westminster se han servido del Test de Asociación Implícita (IAT), y
mediante la comparación de imágenes artísticas con diversos contenidos y composición mostradas
a sujetos con distinto grado de interés y conocimiento sobre arte. Aunque resultaría
complicado explicar en profundidad aquí cómo funciona el IAT, se trata de una
prueba que realiza una evaluación de la preferencia estética relativamente
independiente de la deseabilidad social y de la formación artística del sujeto
a partir de su reacción instantánea a las imágenes presentadas.
Los resultados de la
investigación indicaron que, contrariamente a lo esperado, todos los sujetos
mostraron una mayor preferencia por las composiciones en las que el elemento se
situaba en una posición centrada frente a aquellas en las que se seguía la
regla de la proporción áurea. Ni el interés ni la formación artística
influyeron en esta preferencia inmediata por lo simétrico. Sin embargo, cuando
en lugar de la respuesta inmediata se tuvo
en cuenta una respuesta menos espontánea utilizando una prueba de diferencial
semántico, las preferencias a favor de las composiciones centradas tendieron a
desaparecer, sobre todo cuando aumentaba la formación artística. En un experimento
posterior también se comprobó si los sujetos mostraban preferencia por
composiciones basadas en la proporción dorada frente a otras en las que el
elemento principal se situaba a la izquierda o derecha del centro, pero algo alejado
de esa proporción dorada. Los resultados mostraron que cuando se controlaba el
interés y la formación artística de los participantes no surgieron diferencias
en las preferencias por una u otra composición. Sólo se encontró una ligera
preferencia hacia aquellas imágenes en las que el elemento se situaba a la
derecha, lo que puede deberse a que la mayoría de los sujetos participantes en
el estudio eran diestros.
Resumiendo, el estudio de Stieger y Swani parece cuestionar
una las verdades más asumidas en relación con las preferencias estéticas. Al
contrario de lo que se venía pensando hasta ahora, las imágenes compuestas de
acuerdo con la proporción dorada no resultan más atractivas para los sujetos,
y, por supuesto no parece haber ninguna tendencia innata que nos lleve a
preferirlas. Más bien, esa supuesta preferencia, sólo se observa muy
ligeramente entre quienes tienen una mayor formación artística, por lo que podría
deberse al efecto de la exposición repetida; es decir, a fuerza de ver imágenes
compuestas teniendo en cuenta la proporción áurea o la regla de los tercios
terminan pareciéndonos más atractivas que otras composiciones menos académicas.
Ello no quiere decir que cuando se lleva a cabo un análisis más a fondo de la
imagen en el que intervienen procesos cognitivos de orden superior en los que
la formación artística juega un papel importante, no aparezca la preferencia
por la proporción áurea. Pero se trata de una preferencia con una base cultural
muy clara, nada de una preferencia universal e innata. Un mito más que se nos
cae.
domingo, 13 de septiembre de 2015
Habitación de hotel (Lampang, 2015)
Ubicación:
Provincia de Lampang, Tailandia
jueves, 10 de septiembre de 2015
martes, 8 de septiembre de 2015
De Roland Barthes a la fotografía terapéutica
Cuando en 1980 Roland Barthes publicó "La cámara
Lúcida" puso la primera piedra de lo que hoy denominamos fototerapia o fotografía terapéutica. En su libro, Barthes analizaba la fotografía
poniendo énfasis en los sentimientos o emociones que provoca. Así, la
diferencia que estableció entre lo que denominó studium y punctum probablemente
se haya convertido en una de las aportaciones más interesantes y populares en
el mundo de la fotografía. Con el studium hizo referencia a las fotografías, o
los aspectos de una fotografía, ordinarios y de interés general que pretenden
provocar un efecto en la mayoría de observadores. La intención del fotógrafo es
informar, sorprender, comunicar o provocar un deseo en el espectador, de una
forma visible. Mediante la composición y las referencias culturales, el fotógrafo
va a conseguir que el espectador medio comprenda la foto, aunque la emoción que sentirá será de
baja intensidad. A juicio de Barthes, son fotos que pueden atraer y gustar,
pero que no llegan a enamorar. En cambio, el punctum es ese elemento aparentemente
irrelevante de la fotografía pero que provoca una intensa reacción emocional. Algo
que salta de la imagen para sacudir con fuerza el mundo emocional del
observador. El punctum genera una combinación de emociones y recuerdos que pueden provocar nostalgia, angustia o incluso dolor, al traer a la mente algunos
sucesos difíciles del pasado que tienen una fuerte carga afectiva que perturben
el equilibrio emocional.
Este concepto de punctum ha recibido apoyo por parte de la
investigación psicológica, que sugiere que algunos estímulos significativos,
tanto a nivel biológico como social, atraen poderosamente la atención humana.
Estos estímulos harán que algunas fotografías nos atrapen, aunque no tengamos
muy claro por qué, y sobresalgan por encima del resto. Y la idea básica de la
fototerapia es que esas imágenes pueden estar relacionadas con algunos
acontecimientos de nuestra vida que permanecen ocultos a nuestra conciencia, y
que en ocasiones pudieron resultar traumáticos. Esos elementos incluidos en la
foto servirán de pistas que facilitarán el recuerdo.
Una característica de las experiencias traumáticas es que
permanecen en la memoria por largo tiempo, aunque no seamos conscientes de
ello. Y lo problemático es que en dichas experiencias, las diferentes partes de
la memoria asociadas al suceso no están integradas y aparecen disociadas. Son
piezas de información encapsuladas que no pueden ser comprendidas o verbalizadas
o conectadas con nuestra propia historia de vida, y que en algunas ocasiones
pueden causar trastornos psicológicos.
El visionado de fotografías, que pueden ser tanto autobiográficas
como ajenas al sujeto, proporcionará la oportunidad para rememorar algunas
situaciones y hablar con el terapeuta sobre ellas con más comodidad. A veces
puede ser un simple objeto presente en la foto, el que nos punce; en otras
ocasiones será un gesto o expresión facial, el que nos haga revivir una
emoción. En cualquier caso, la fototerapia proporcionaría un medio para
procesar de forma exitosa una experiencia traumática, y permitiría llegar a una
situación en que los recuerdos del trauma se convierten en una parte integral
de la vida de la persona, lo que le ayudaría a superarlo. Pero la fotografía
también puede ser una herramienta que nos ayude a conocernos mejor a nosotros
mismos, con independencia de que se emplee en un contexto terapéutico.
lunes, 7 de septiembre de 2015
sábado, 5 de septiembre de 2015
Oye como va
Ubicación:
11140 Conil, Cádiz, España
miércoles, 2 de septiembre de 2015
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