"Estoy siempre persiguiendo la luz. La luz convierte en mágico lo ordinario " Trent Parke
miércoles, 28 de agosto de 2019
¿QUÉ ES LO FOTOGRÁFICO?
Llevaba algún tiempo dándole vueltas al asunto de lo fotográfico. Es decir, pensado sobre qué demonios tiene la fotografía de exclusivo que la diferencia de otras artes o actividades. Su parecido con otras artes visuales como la pintura o el cine es evidente. Así, a veces nos cuesta trabajo diferenciar una pintura de una fotografía, aunque mientras que la primera solía requerir de una evidente destreza manual (ahora ya no tanto), para la segunda bastaba con apretar un botón y que otros hicieran el resto. Con el cine hay un importante salto en la capacidad narrativa, y con otras actividades artísticas como la música o la literatura las diferencias residen en el soporte o lenguaje utilizado. Pues en esas andaba cuando me encuentro con que Francois Soulages define la fotograficidad como la articulación entre lo irreversible y lo inacabable. Lo irreversible porque una vez apretado el obturador y captada la imagen se trata de un acto que no tiene vuelta atrás. Antes de ese momento eran innumerables las posibilidades que se nos ofrecían, tanto al encuadrar como al utilizar determinados parámetros técnicos de la cámara que tendrían como resultado imágenes bien distintas. Pero tras el disparo las posibilidades se concretaron en una o varias tomas. En ese acto único reside lo irreversible. Pero a partir de ese momento comienza lo inacabable porque vuelven a abrirse ante nosotros casi infinitas posibilidades. Si se trata de fotografía química, tanto en la obtención del negativo como en su positivado hay un importante margen de libertad para el fotógrafo o fotógrafa, que puede usar a su gusto revelador, blanqueador, fijador, lavado y secado para obtener resultados diferentes. Algo parecido ocurre con la fotografía digital, ya que en este caso el software utilizado nos va a permitir transformar a nuestro gusto los píxeles captados en el sensor en multitud de imágenes diversas. Así, las variaciones alrededor de la imagen inicial serían innumerables, y siempre habría nuevas e inagotables posibilidades. Los grados de libertad comienzan en el mismo momento en que optamos por una toma de entre las varias incluidas en el carrete u hoja de contactos o en la tarjeta de memoria. Que continúa con decisiones sobre el reencuadre, el grano, la saturación o la nitidez, por citar algunas de las posibilidades que se nos ofrecen. Pero que culmina con la forma de presentación, tanto en lo relativo al papel o soporte usado como en si la fotografía se presenta sola o junto a otras imágenes. O si se incluye en un libro, en una exposición, en una web o en un audiovisual, ya que cada formato llevará a lecturas o interpretaciones diferentes por parte del espectador.Tenemos que reconocer que ese inacabable trabajo sobre el negativo o la captura digital tiene ciertos paralelismos con otras actividades como la música, la danza o el teatro, ya que cada espectáculo o representación supone una recreación del guion, libreto o partitura original . Pero probablemente sea nuestra propia vida o existencia lo que más se asemeje a esa articulación entre lo irreversible y lo inacabable, ya que mientras que no podemos cambiar nuestro pasado, el futuro se despliega ante nosotros con su abanico de posibilidades. Quizá ahí resida la gran capacidad de seducción de la Fotografía.
Alfredo Oliva Delgado
Foto: Inge Morath
Ya lei este texto en Facebook. Magnífico como casi todos los que nos enseñas. Un abrazo Alfredo
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ResponderEliminarFrancamente, me ha encantado esta reflexión. Tal vez sea eso, cuando lo irreversible se convierte en inacabable. Los múltiples disparos tras el disparo inicial.
Un abrazo
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LMA · & · CR