sábado, 26 de marzo de 2016

El misterio del color






Si la fotografía en B&N genera mucha aceptación y poco debate no podría decirse lo mismo respecto a la fotografía en color. La horquilla va desde los grandes detractores (“la fotografía en color es vulgar” Walker Evans) hasta los amantes incondicionales (Saul Leiter, Harry Gruyaert, Alex Webb), pasando por distintos niveles de aceptación o indiferencia. Cómo es posible que las imágenes en color generen tantas dudas, cuando son mucho más parecidas a lo que nuestros ojos ven. Y, sobre todo, cuando el color está tan profundamente relacionado con nuestro mundo emocional. El color, tan discutido, con el alto valor adaptativo que ha tenido a lo largo de la evolución de la especie humana.

La respuesta podría estar en que introduce una mayor complejidad en las imágenes, ya que al contraste, las formas, las líneas, las texturas y los tamaños, por citar solo algunos elementos perceptivos, habría que añadir el color. Y sabemos que nuestro cerebro busca la simplicidad, por lo que con tantos grados de libertad tendería a agobiarse perdido ante tanta confusión. Eso podría justificar el atractivo de fotografías en color en las que la sencillez domina a la complejidad, porque otros elementos están ausentes. Sin embargo, el asunto parece algo más complicado.

Y es que el color no existe como algo objetivo en el mundo exterior. Se trata de radiaciones electromagnéticas de diferentes longitudes de onda que golpean nuestra retina y que son transformadas en patrones de actividad electroquímica en nuestro cerebro. Como resultado de todo lo que ocurre en el interior de nuestra cabeza percibimos los colores. Sin embargo, las personas nos diferenciamos tanto el número como en el tipo de foto-receptores que tenemos. Podría, por lo tanto, decirse que en mayor o menor medida somos ciegos a distintos tipos de colores. Así, por ejemplo, mientras que la mayoría de personas tienen tres tipos de receptores del color, algunas, sobre todo las mujeres, disponen de un cuarto tipo, lo que supone que pueden ver colores que el resto ni siquiera puede imaginar. Sólo una parte de lo que vemos es debido a aquello que nuestro ojos está mirando, el resto es construido internamente por nuestro cerebro. Y está construcción depende en gran medida de nuestros esquemas mentales previos.

Por lo tanto, ante una misma imagen en color no todos vamos a ver lo mismo. Si para algunos una fotografía puede tener unos matices sutiles que combinan a la perfección, otros verán colores estridentes que hieren su sensibilidad. Basta con echar un vistazo a las fotos más populares de redes sociales como 500px o Flickr para entender lo que quiero decir. Algunos veréis auténticos bodrios capaces de herir la sensibilidad de un artillero y otros os derretiréis con tanta belleza azucarada. Si estáis entre los primeros, es posible que estéis entre los afortunados que disponen de cuatro tipos de foto-receptores.